Elegía a la muerte
De titanio y de cal y aun transparente
luminaria y señora de existencias
desfalleces hoy pura e inocente
derramando en tu ser tu propia esencia.
Tu destino no fuera diferente
del de aquello en lo que hay iridiscencia:
hay un ente absoluto, más potente
que contiene en su ser toda la Ciencia.
Otorgóte él tu nombre y tus labores
y te dio con su voz silencio eterno;
sin embargo a tu padre y Dios olvidas.
Y te dijo y a nos, casi en rumores
“entre el cielo, la tierra y el infierno
pondrás orden, oh Muerte: ¡te doy vida!”.