Poemas
Amor
¿Amor o dolor?
¿Cómo (es qué) debo llamarte?
Siempre tú, irreflexión, sentimiento a mala tarde;
te vas, con mi alma turbia entre las manos,
mentiras ruines que me amas,
mis noches son penumbras de aflicción,
desengaño, disonancias. /
¿Amor? Nadie me dijo que dolÃas,
entre penas y alegrÃas;
que las dudas son dolor, que lastimas las quimeras. /
Insensible al corazón, nada escuchas de mi sangre,
miras ahÃ, con descaro del rencor,
mi total desilusión, a vivir el punto cierto,
el momento de inflexión, justo ahÃ, el instante que me quiebro. /
Hoy no sé si resultas inmoral, lastimoso o peligroso,
¡Ay, amor! ¿Cómo te olvido? Nadie sabe, y yo pregunto:
¿Cuánto dura el juego, el dolor o la confianza? /
Me gustarÃa saber, por si mi piel ya no adelgaza.
Me gustarÃa, a pesar de tu dolor, renacer en esperanza.
Me gustarÃa amarte más, pero en esta vida no me alcanza.
Para ti, mi corazón, mi ser, alma, vida, nuestra casa. /
¿Amor o dolor? No sé tú, sólo vivo la promesa... la alabanza.
Camino
Serpentea el viento, cansado; abraza los árboles polvosos,
añosos, niños guardianes sedientos, mirones de la vida,
de la mÃa y de la nuestra, de todo... el silencio.
El Sol impone, dilata las horas, las hiere, juega entonces con ellas,
las estremece, las tiene, es lapidario, mueren lento, sÃ, asà fallecen.
El cielo ennegrece, está de luto. Despierta la Luna, llora, se asoma,
rÃe, carcajea, calla, nada lo impide; es novia y villana volviéndose loca.
Las estrellas, manto bordado en la noche, cual festivas ladronas,
viajan a solas, robándose sueños y los dispersan,
los cuelgan ya en su oreja, en una mano, en una mentira;
eligen al azar, por eso nos miran.
Más obscura y total la noche, todo se ha ido. Duerme el silencio.
Pronto amanecerá, romperá otra vez la ironÃa, los ciclos, el momento.
Quiero tocar, alcanzar con mis manos tanta vida, tanto polvo, de lo que soy,
pero no puedo... aún no vivo, no estoy aún despierto. Sólo soy fracción,
porción, casualidad de tanto tiempo.
Infierno Negro
Estoy cayendo, todo es brutal penumbra insana.
Aprisa, más aprisa, y voy cayendo apesadumbrado.
Duele, dolor que dueles tanto, dentro de mà yazco aterrado.
Inextinguible es la locura, hiedra de veneno y llanto. /
Me devoras impÃo dolor en este bárbaro momento.
En la esquizofrenia absurda continúo cayendo intacto.
Me destrozo un momento en el repugnante infierno.
Negro también es tu recuerdo maldito que aún retengo. /
Lloro en la crispación de mi conciencia, no me detengo.
En la exigüidad de la paciencia, en las llamas todas (en que sigo ardiendo). /
No miro el final y yo me sigo yendo, en camino de dolor;
de hierro agonizante, ausencia de ti, me es martirizante.
Permanezco muriendo, el tiempo hoy me es adverso.
Y aún... sigo cayendo... llorándote... en silencios...
Quédate
Si te quedaras, hoy.
Si en mi vida te quedaras...
entrelazarÃa esta noche mis manos buenas con las tuyas;
las guardarÃa dentro del Sol cada mañana que estuvieras.
Si te quedaras, sÃ,
besarÃa cada poro de tu piel, cada aroma de tu espalda.
MurmurarÃa en ti, hasta quedarme pobre sin palabras.
Si te quedaras, mujer, mis ojos pronto te guardaran,
en la inmediatez del corazón, enamorado, extasiado,
donde nada te tocara.
Si asà lo decidieras...
caminarÃa junto a ti, sin prisas, sin enfado, como ignorando el tiempo,
en caricias sin pasado.
Si me dijeras que sÃ...
yo te siguiera abrazando, y luego tu cuello besando, despacio, sin razón.
Sólo por verte afanosa, enamorada; tus emociones ya palpitando.
Si te quedaras...
juntos serÃamos caudal de ilusiones, de horas felices, de besos tan dulces.
Si te quedaras al fin...
necesitarÃa ya nunca más nada, todo lo tendrÃa en ti.
Igual que la tierra: agua, vida, inmensidad. Perenne nuestra casa.
Si de verdad te quedaras...
me entregarÃa en cada verso del poema, en cada canto del jilguero;
en cada instante del te quiero.
Si me escucharas, si te quedaras...
el universo en paz te entregara, en mi balcón perpetuara, todas las horas
cuando tu alma, mi alma, la vida entregara. Mujer... si te quedaras...