Dos textos
HABITANTES
En la estación anterior a Bentham se subió una pareja de adultos mayores, como han dado en llamarlos ahora. Se ven jubilados y de la clase trabajadora. Son poco amables. El hombre es nervioso y huele a ginebra. La mujer, escasa de pelo, tiene la costumbre de poner la basura en otro asiento. Mantiene su lugar limpio a costa de ensuciar el de otros. Hablan sociablemente entre ellos; son una pareja convencional cuyo trato es el habitual de cubrirse uno al otro cuando hace frÃo, se pasan la botella, van al bar, a la cocina, al televisor… El tren avanza, y en el campo aparecen otra vez los cercados de piedra seca; son las paredes de las habitaciones de quienes allà viven: ovejas, vacas, y animales silvestres.
POR EL CAMPO
En Carnfoth -en la ruta de Lancaster a Leeds-, ciudad apartada de la red principal de trenes, hay un cementerio de vagones antiguos, carros y máquinas de ferrocarriles viejos, corroÃdos, y con los vidrios de las ventanas rotos. Por rieles oxidados suben las plantas sobre las ruedas y las planchas de metal de color indefinido. De otras ciudades conducen estas locomotoras a Carnforth como si ésta fuera una bodega de cosas en desuso. El tren rechina sobre la vÃa y demora estacionado el tiempo que en este lugar no tiene prisa, como los ciclos agrÃcolas de sus campos, es circular, un anillo sin fin ni principio.