01-08-2014
Garcia Márquez el precio y el valor de un libro
Autor: Eduardo Sadot-Morales figueroa
Cuando uno compra un libro, cree que ya le ha pagado al autor y al editor el precio de algo que pasa a ser de su propiedad y que lo tendrá para leerlo las veces que quiera, cuanto quiera y uno se va con el libro bajo el brazo y el librero recibe en su mano el precio que repartirá con el autor y con el editor y ahà el asunto quedó finiquitado; pero cuando el libro está cargado de sabidurÃa y de grandes satisfacciones y recuerdos que uno lo lee y lo relee y no deja de sorprenderse al encontrar cosas nuevas, jamás termina de pagarlo, porque el valor no tiene precio, ahà en el libro encuentra uno cada vez cosas más interesantes que te arrancan una lágrima, una reflexión, una sonrisa y hasta una espontánea carcajada, llega uno a admirar e identificarse con el autor, se le admira, se le respeta y se le ama. Cómo no amar a alguien que con su pluma logra la magia de cautivarnos, de transportarnos en el espacio y en el tiempo por el mundo de las ideas y del pensamiento rompiendo todas las barreras de la imaginación -si es que esta tuviera barreras- sólo quien ha encontrado el gusto por la lectura, el placer de leer, puede comprender de lo que estoy hablando.
GarcÃa Márquez es uno de esos muchos grandes autores del mundo, que son de esos, del mundo, porque son de todos y de todo el mundo, universales, que sus letras alcanzan la categorÃa del universo, al menos aquel universo más allá del conocido de las letras y de la inteligencia, es ese pensamiento inteligente que nos sorprende y se comunica con nuestra propia inteligencia, con nuestra alma y nos estimula a pensar y nos fuerza a ser más inteligentes y mejores, hace que nuestro cerebro se obligue a comunicarse y se funda con nuestro espÃritu, alma y sentimiento, en uno. Luego nos preguntamos, hay algo mas allá, por encima de todo y de todos, que nos hermana y nos une a lo humano y trascendente, guiados de la mano de los trazos de su pluma.
GarcÃa Márquez es uno de esos espÃritus geniales, que supo descubrir e interpretar la esencia de lo latinoamericano y logró exponerlo al mundo, con toda su crudeza y dimensión. Abogado, periodista y escritor colombiano -que el lugar donde nació, hoy es lo que menos importa- es autor de "Cien años de soledad", "El Otoño del Patriarca", "Los funerales de la mamá grande", "Al Coronel ya no hay quien le escriba cartas", "La triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada", "El amor en tiempos del cólera", "Historia de mis putas tristes" y muchos más que no me acuerdo, no por eso se dirá que no los he leÃdo y si están mal escritos los nombres no harán escarnio de ello quienes se autoerigen como los intelectuales del mundo, porque no soy candidato a la presidencia.
Cuando alguien que escribe, muere -y a alguien como Gabo más- nos deja huérfanos de sus textos, de sus pensamientos, de sus ideas y nos priva del placer de leer lo que se lleva a la tumba. A la eternidad. Sin duda dos frases de él se quedan tatuadas en mÃ, "Dile que sÃ, aunque te estés muriendo de miedo, aunque después te arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida si le contestas que no". Y "Lo que más lamento de morir es que no muera de amor". Ante la muerte de Gabo reflexiono sobre lo curiosa que es la muerte y la vida. En su caso, se va sin irse, se queda sin seguir aquÃ, nos deja sin dejarnos nunca, y lo conocemos bastante, sin haberlo conocido.
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